Tanatología

La Muerte ¿hablamos de ella?

En los Libros del Rincón de nuestra Biblioteca Escolar existe el libro de Wolf Erlbruch “El pato y la muerte” en donde puede leerse:

Desde hacía tiempo, el pato notaba algo extraño.

- ¿Quién eres? ¿Por qué me sigues tan de cerca y sin hacer ruido?

La muerte le contestó:

- Me alegra que por fin me hayas visto, soy la muerte.

El pato se asustó. Quién no lo habría hecho.

- Ya vienes a buscarme

-He estado cerca de ti desde el día en que naciste… Por si acaso.

También en la escuela enseñamos que los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y ¡mueren! Es decir, es parte de un proceso totalmente natural.

Sin embargo, la muerte como contenido, aprendizaje clave, fundamental implícito en alguno de los campos formativos, no existe. Es más ¿algún maestro está capacitado para construir alguna estrategia con el tema mencionado?

Al igual que el momento cuando, dados los tiempos de la época, se autorizó incluir el tema de sexualidad en el sexto grado de primaria, la planeación del tema “La Muerte” encontraría muchos obstáculos por parte de los padres de familia, pues en la escuela esto debe tratarse de forma natural, científica, partiendo y respetando las emociones de nuestros alumnos. Todo en casa, con relación a la muerte, se dice de acuerdo con las creencias de cada grupo familiar, buscándose siempre la protección del dolor infantil ante el suceso.

En la escuela, el primer acercamiento se produce, irremediablemente, cuando fallece alguien cercano a nuestros alumnos (un docente o un niño o niña del grupo) y descubrimos que no hay material alguno disponible, mucho menos un protocolo establecido, para hablar de ello.

El maestro de grupo suele tener para sí, preguntas como: ¿Cómo se lo cuento? ¿Entienden lo que es la muerte? ¿Es mejor que sepa o que no sepa? ¿Los niños están en duelo? ¿Lo vive igual un adolescente que un niño de diez años o uno de cinco? ¿Qué se puede hacer en el aula? ¿Cómo puedo prepararle? ¿Le traumatizaré?

También es cierto que palabras como “muerte”, “muerto”, “moribundo” o “enfermedad terminal” nos impresionan y las

sustituimos por otras expresiones que consideramos más amables, pero que alejan la realidad de la muerte, como: “Se fue”, “El ocaso de la vida”, “Nos ha dejado”, “Ahora puede descansar”, “Está en otro lugar”, “Un viaje definitivo” y otros eufemismos que, lejos de abordar la muerte como algo lógico que forma parte de la vida, la coloca en un lugar más amable que confunde completamente a los niños.

En casa se pueden dar diálogos semejantes a:

-          “Mamá, la bisabuela ya es muy mayor, ¿por qué no se ha muerto?”

-           “Cariño, esas cosas no se dicen, que no te vuelva a oír”.

O bien

-          “Mamá, la abuelita de Juan se ha muerto, ¿cuándo se va a morir la abuela Julia?”

-          “No hay que preocuparse por esas cosas, que la abuela está muy bien, no tienes que decir eso”

Uno más

-          “Papá, ¿cuándo te vas a morir?

-          Cariño, esas cosas no se dicen, yo no me voy a morir

Autores que tratan el tema (de donde he obtenido lo que escribo anteriormente) hablan de tres conceptos que los maestros debemos tener en cuenta para que, dado el caso (más adelante, tal vez como contenido de aprendizaje) pueda diseñarse alguna estrategia para hablar del tema con los chicos y chicas.

Comunicación: “No poder hablar” suele provocar que muchas de las ideas que tienen los pequeños sobre la muerte se formen a partir de datos sueltos que oyen sobre el hecho de morir o la muerte, y que ellos complementan con su fantasía o sus ideas infantiles.

Irreversibilidad: Aquello que ha muerto, no va a volver a vivir

Universalidad: Todos los seres vivos mueren en algún momento

Algunas sugerencias al respecto, aplicables al tema principalmente, primordialmente, en casa, luego en la escuela, tratadas en nuestra reunión para el tema de Tanatología son:

-          La comunicación sobre la muerte, al igual que toda comunicación, se hace más fácil cuando los niños sienten que tienen nuestro permiso para hablar sobre el asunto y sienten que realmente nos interesan sus opiniones y preguntas. Debe animárseles a comunicarse prestándoles atención, respetando sus opiniones y respondiendo a sus preguntas con sinceridad.

-          No es siempre fácil “escuchar” lo que de verdad está preguntando un niño. Para entender plenamente lo que le preocupa al niño a veces es necesario responder a una pregunta con otra pregunta. Un ejemplo de ello sería: “Mamá, ¿algún día seremos felices de nuevo?”. Si le responde: “¿tú crees que algún día seremos felices?”, puede llegar a entender mejor la naturaleza y el alcance de lo que le preocupa a su hijo o nuestro alumno.

-          Un niño muy pequeño sólo puede absorber cantidades limitadas de información. Las respuestas tienen que ser breves, sencillas y se han de repetir según sea necesario.

-          Nuestros propios sentimientos y actitudes sobre la muerte y pérdida de seres queridos se transmiten al niño, intentemos o no camuflar nuestros verdaderos sentimientos. La forma en que hablamos y compartimos nuestras experiencias con el niño puede ser lo que más recuerde.

-          Un niño puede necesitar llorar una pérdida que siente profundamente durante largo tiempo hasta entrada la adolescencia. El niño necesita apoyo y compresión durante este proceso de duelo y permiso para demostrar sus sentimientos abierta y libremente.

-          A menudo el niño se siente culpable y enojado cuando se muere un familiar querido. Los padres, y tal vez de común acuerdo, los maestros, tienen que tranquilizar al niño y asegurarle que recibirá amor y cuidado constante.

-          La decisión de si debe o no un niño visitar a una persona moribunda o asistir al funeral depende de la edad del niño y de su capacidad para entender la situación, su relación con la persona que se está muriendo o que ha muerto y, lo que es más importante, si quiere o no asistir. A un niño jamás se le debe obligar o hacer que se sienta culpable por no querer participar (o por no sentirse cómodo con la idea de asistir a la velación). Un niño al que se le permite visitar a una persona moribunda o asistir a un funeral tiene que estar preparado para lo que va a ver y escuchar.

Cierto, nuestra escuela ha tenido un encuentro con la muerte. Por eso este escrito. Mi admiración al colectivo docente, a la comunidad escolar por su respuesta solidaria, fraterna ante la trágica situación vivida que nos ha hecho descubrir una gran área de oportunidad que, desde este momento estamos
aprendiendo para que la volvamos una de nuestras fortalezas que permita formar mejor a nuestros alumnos.

He encontrado que esto se tiene como parte del currículo educativo en Japón y en España. Tema controversial en nuestro país donde hasta hay santuarios para el personaje, arte colorido, símbolo cultural, con la figura de la muerte elegantemente ataviada; porque inspira versos como los de nuestro coterráneo López Méndez al expresar

México, creo en ti,

porque escribes tu nombre con la equis,

que algo tiene de cruz y de calvario;

porque el águila brava de tu escudo

se divierte jugando a los volados

con la vida y, a veces, con la muerte.

Comparto el enlace para acceder a tres libros que pueden ayudar a padres y maestros para hablar de la muerte de forma natural, aceptándola como el proceso de todo ser vivo.

https://drive.google.com/drive/folders/1J4riAXigLhiWbVf9oK38oWBo7qjWh_AG?usp=share_link 

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